Se explayó en un recorrido histórico sorprendente sobre las bondades de su tierra...hasta me contó respecto de la relación actual con su ex y sus batallas judiciales.
Apenas pude intervenir porque hizo tal recorrido "vital" que no me dejó oportunidad para tratar siquiera de hablarle de mi presente...
Y me despedí caminando por la arena mojada, aturdido y perplejo de haber recibido tanta información "innecesaria" en tan poco espacio de tiempo como si de un vendaval se tratara. Y mientras caminaba sonreí y comprendí el porqué ahora se buscan nombres propios a los fenómenos naturales que nos hace sentirlos tan "cercanos".
Y me hizo pensar que en el fondo, somos auténticos contadores de historias; en las relaciones sociales, en el trabajo, en las fiestas y celebraciones, cuando nos presentan a alguien...
La gente "cuenta" y busca a quien contar. A veces para tener un oyente cómplice que simplemente le escuche. Otras veces para escucharse a sí mismo o poner en un pedestal deslumbrante su sapiencia merecedora de una corona triunfal de laurel...y otras muchas veces esas pequeñas historias necesarias para confiar, quedan tristemente en interior de uno mismo por temor a la interpretación de quien nos escuche...o lo que es peor, por no tener quien nos escuche.
Y para ello nacieron las redes que pulsan erupciones de pequeñas grandes historias anónimas para ser escuchados, exhibiendo en mayor o menor medida el grado de exposición que se desea compartir.
Las hay -historias - que nacen y se destruyen a las pocas horas de ser contadas por la propia configuración de la red, en donde cuentan su "película"
diaria...y las hay que permanecen infinitamente en la mente y retina del receptor.
En un ejercicio de reflexión plantéate si eres contador de historias y si estas las expones con la mesura requerida.
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