
Reconozco que en momentos recientes me he visto atado a esta nueva corriente ( y legítima) en mi propia profesión al tratar de utilizar con ponderación ellas/os ( incluido en el propio blog) en el nuevo orden social
Pero me rebelo con entrar en un laberinto sin salida que venga a provocar el efecto contrario al pretendido, y levante voces en contra de la verdadera igualdad.
Se puede tener un tacto exquisito con la palabra englobando el masculino y femenino en todas y cada una de sus intervenciones...pero en el fondo, si ese mismo interlocutor en su realidad en actos diarios actúa con desprecio a lo que disfraza en sus alegatos frente a sus paisanos/as ( *) resultando oportunista, egocéntrico, machista y soberbio, sus palabras y su mensaje debiera ser contestado con el silencio.
Me viene al recuerdo una noticia ocurrida hace años, donde el periodista televisivo preguntó a una vecina respecto a las desafortunadas manifestaciones de un alcalde (de una población muy pequeña), y ella espetó a cámara:
" a la gente no se le mide por lo que dice, sino por lo que hace...."
y concluyó en perfecto gallego ( por cierto, lengua "materna"):
" e a verdade, iste, facer faeno moi ben". ( " y la verdad, este, hacer, lo hace muy bien").
Estoy enamorado de las palabras.
Pero quiero las acciones.
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