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Ruperta, una elefanta del zoo de Caracas, falleció.
Se apagó muriéndose de hambre ( eso afirman) y de soledad
Sufriendo ( dicen) períodos de hambruna y desatención desde tiempo atrás.
De desidia por parte de quienes tenían la encomienda de su "guarda y custodia", arrastrados con toda seguridad por la situación de esa tierra rica en recursos... pero pobre en el reparto de los mismos.
Y la vieron desfallecer. Anunciado su grave deterioro en medios de prensa el pasado año 2017 nada se hizo por remediarlo.
Tenia 48 años. Y unas grandes orejas para escuchar la llegada del auxilio que nunca terminó de llegar...
Y una mirada triste, de la que dicen caer lágrimas marcando un surco en su piel que ya nunca se pudo borrar.
Y algunos leerán este texto y pensarán de cuántos me olvido de mencionar con forma de niños, adultos y ancianos con idéntico destino de escasez nutricional.
Y lo sé. Lo tengo en la memoria con mayor presencia mental.
Pero hoy, quería hablar de RUPERTA...
Y apareció tumbada, muerta por el HAMBRE...y por el HOMBRE