La semana pasada distintos organismos y fundaciones ayudaron para finalizar la financiación de un hospital de lucha contra el cáncer infantil en Barcelona: SJD Pediatric Cancer Center
y hay una imagen que salió en todos los titulares y televisiones: Leo Messi,
que cofinanció esta fundación, rodeado de esos niños enfundados en mascarillas, enganchados a goteros...e ilusionados por ver que al menos durante un instante a ese genio que se acercaba a sus luchas individuales.
Y él permanecía con una mirada "ausente" y "lejana" a la alegría que significaba la reapertura de la esperanza en este proyecto regado de millones por la generosidad de unos pocos ( que aunque pueda sobrarles...hay que dar el paso de entregarlos)
Y observé su mirada y su tristeza
Y me sobrecogió.
Y bajaba su cabeza
y respingaba
Y trataba de sonreír ...sin salirle el mínimo esbozo de alegría
y seguro pensaba en la penuria y lucha de esos niños que le rodeaban
y en sus regates a la vida
y en la prórroga de sus vidas.
Y él, en poder convertirse en árbitro de sus esperanzas...
Y pensé en que lo realmente emocionante no resultaba del dinero entregado a esa fundación,
sino de las emociones contagiosas con las que sembró y regó... con sus ¡LÁGRIMAS!
( fue el titular de todos los medios de prensa: su emoción...no sus millones)